Ley Sáenz Peña
Las elecciones presidenciales de 1910 dieron el triunfo a la fórmula Roque Sáenz Peña-Victorino de la Plaza, candidatos de una agrupación de partidos, conocida como "Unión Nacional", que no eran otros que los continuadores del régimen oficialista. No obstante, por sus ideas, Sáenz Peña propiciará profundos cambios en los organismos institucionales, sobre todo en lo relativo al funcionamiento de las elecciones constitucionales. Las primeras declaraciones del presidente fueron afirmar su decisión de reformar el "sistema electoral vigente" y a establecer otro que asegurara realmente el ejercicio de la democracia representativa. Así es que tuvo varias reuniones con personalidades de las diferentes corrientes políticas, en especial con Hipólito Yrigoyen, jefe del radicalismo que reclamaba la adopción de un sistema que garantizara la transparencia del acto eleccionario.
El sistema electoral argentino era totalmente inadecuado. Las elecciones nunca habían sido un modelo de democracia, por lo cual, la ciudadanía no mostraba entusiasmo por participar en ellas. Hubo casos en que el candidato presidencial ganó las elecciones con apenas el 5% de la cantidad de votantes que debería haberse presentado a votar. Por décadas se utilizó el "voto cantado", que debía emitirse verbalmente en público, por lo cual el votante se exponía a las represalias del partido oficialista si votaba en su contra. Además, las prácticas de fraude llevaban a que se votara varias veces en distintas parroquias, o incluso, se hacía votar a los muertos, utilizando las libretas de los difuntos. Para terminar con este sistema que definía invariablemente la sucesión presidencial a través del fraude, el doctor Roque Sáenz Peña (hijo del también presidente Luis Sáenz Peña), presentó una nueva Ley Electoral, que finalmente llevó su nombre y permitió modificar la realidad política del país.
Un paso previo logró darse en julio de 1911, cuando el presidente obtuvo del Poder Legislativo la aprobación de las leyes de Enrolamiento y de Padrón Electoral. A partir de entonces, el Padrón Electoral comenzó a confeccionarse en base a las listas de enrolamiento militar (que abarcaba a todos los ciudadanos aptos para votar), y al mismo tiempo, comenzó a utilizarse la "libreta de enrolamiento", como documento habilitante para el acto eleccionario. Finalmente, en febrero de 1912 fue sancionada la nueva Ley Electoral, que determinó la siguiente reglamentación: se establecía que el voto sería "secreto, libre, individual y obligatorio":
Secreto y libre: Para su cumplimiento se imponía el "cuarto oscuro", donde el ciudadano podía elegir la boleta partidaria, sin vigilancia ni coacciones.
Individual y obligatorio: Cada votante tendría que identificarse por medio de la libreta de enrolamiento ante la mesa electoral antes de emitir su voto; la obligatoriedad de sufragar comprendía a los ciudadanos desde los 18 hasta los 70 años.
El voto pasó a convertirse de un mero derecho a una obligación ineludible.
· Todos los ciudadanos habilitados para votar, serían inscriptos en el padrón militar de acuerdo a los documentos de identidad y enrolamiento, en la mesa electoral correspondiente a sus respectivos domicilios.
· Quedaban exceptuados del voto: las mujeres, los enfermos e insanos mentales, los que estuvieran cumpliendo servicio de armas y los presos.
Se establecía el sistema de lista incompleta; así, el partido que obtuviera más votos, lograría los dos tercios de los cargos en disputa; el partido que le siguiera en cantidad de sufragios, el tercio restante. Esto aseguraba una mayoría y una minoría en los debates parlamentarios.
El 7 de abril de 1912 se aplica por primera vez la ley, 22 opositores ingresan a la cámara baja. En las complementarias de 1913: victoria del Partido Socialista, un senador y dos diputados. En 1913 el Partido Socialista gana las comunales en Laboulaye.