El Estado de Bienestar
El
Estado de Bienestar: Analizaremos cómo se constituye el llamado “estado de
bienestar” desde lo global. El mismo surge como respuesta del propio sistema
capitalista mundial a la crisis del ’29 cuyo máximo teórico es John M. Keynes.
Fue Keynes, quien
aportó líneas de acción superadoras de la crisis e hizo alusión al rol del
estado en esta coyuntura. Ya la Primera Guerra había provocado, en muchos
países, situaciones de riesgo a las economías nacionales, lo que había obligado
a abandonar la idea de un Estado abstencionista en materia económica. La crisis
del ´29, es vista como una crisis de todo el sistema en su conjunto, pero del
sistema capitalista. Dice el historiador Hobsbawm: “(…) Ahora bien, una vez que
el capitalismo liberal había conseguido sobrevivir –a duras penas- el triple
reto de la Depresión, el fascismo y la guerra, parecía tener que hacer frente
todavía al avance global de la revolución, cuyas fuerzas podían agruparse en
torno a la URSS, que había emergido de la segunda guerra mundial como una
superpotencia. (…) El principal interrogante al que deben dar respuesta los
historiadores del siglo XX es cómo y por qué tras la segunda guerra mundial el
capitalismo inició – para sorpresa de todos- la edad de oro, sin precedentes, y
tal vez anómala, de 1947-1973. No existe todavía una respuesta que tenga el
consenso general… (…)” (Hobsbawn, Eric, “Historia del siglo XX”, Ed. Crítica,
1997, pág. 18).
La crisis del sistema capitalista, que no
afectó a la ex Unión Soviética, obliga al Estado, a realizar medidas
dirigistas, corporativistas, intervencionistas (aunque volvamos a aclarar: ¡el
Estado siempre interviene!). ¿Cuál va a ser el rol que se le va asignar al
Estado en este periodo? El Estado va a ser pensado como activo agente de la
economía, desde la regulación e incentivación de la producción; desde el
control de los mercados, del consumo, de la producción, del comercio exterior;
desde la elaboración de nuevas leyes que reglamenten el funcionamiento
económico; desde la planificación de las medidas a adoptar; desde la
nacionalización de empresas, etc. Es que, siguiendo a Keynes, la idea era,
incentivar el consumo, la demanda de bienes en oposición a la teoría del
pensamiento clásico en la que el mercado es una espontánea fuerza reguladora de
la economía, donde la oferta y la demanda (tanto de bienes y de mano de obra)
se crean mutuamente, se generan mutuamente. A partir de las teorías
keynesianas, surge también la idea de la plena ocupación y del pleno empleo
como generador de más demanda de productos y más consumo.
El Estado pasa así, a intervenir para
garantizar cierto nivel de ocupación y de consumo, incentivando la economía por
medio de políticas que aseguren su funcionamiento. El Estado, asume el rol de
protector tanto de los consumidores como de empresarios a fin de impedir los
abusos de los sectores monopolistas.
En resumen, el “Estado de Bienestar”
(“Welfare state”) pretende, frente a los avances de la economía, regular el
funcionamiento de la sociedad. Surgió desde lo global (desde los países
centrales e industrializados) como necesidad de subsistencia del propio
sistema, pero también fue modelo en los países periféricos. Si bien, este tipo
de Estado, no trata de transformar la estructura del sistema económico, intenta
remediar las deficiencias adoptando medidas que mejoren los servicios de salud,
educación, cultura, seguridad y defensa del ambiente. El “Estado de Bienestar”
interviene subsidiando actividades correctivas de las desigualdades sociales,
trata de resolver los problemas graves dentro de la estructura del Estado
Liberal. La idea para el “Estado de Bienestar” es que es necesario intervenir,
porque si se deja a la sociedad librada a su suerte, se cae en una
irracionalidad donde los que más tienen tienden a incentivar aún más las
diferencias sociales y económicas. El Estado, entonces, no debe limitarse a
garantizar el funcionamiento del sistema sino que debe ser regulador de las
relaciones sociales y fundamentalmente debe hacerse cargo de la “justicia
distributiva” de los recursos, o sea ser un Estado “incluyente”.
Pasando a las implicancias de todo lo dicho
anteriormente, al nivel de lo Local, a lo que pasaba en esta etapa en Argentina
y en América Latina en general, el rol del Estado en el periodo de
Industrialización tiene un cambio cualitativo con respecto al que había tenido
en el periodo anterior (“modelo agroexportador” en el que representaba
exclusivamente los intereses de las clases dominantes).
En la etapa de la economía primaria
exportadora, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX, el Estado
toma una posición decidida en el proceso, a través de la organización y la
promoción de las inversiones en ferrocarriles e infraestructura y en el
poblamiento de la zona pampeana. En ese periodo (1860-1930) el Estado integró
al país en el sistema de división internacional del trabajo, organizó el
sistema monetario en torno al patrón oro y una política arancelaria abierta a
la importación de manufacturas. Se organizó el Estado de derecho liberal
liderado por los sectores vinculados a la producción agropecuaria y a los
intereses internacionales asociados a los grupos locales dominantes en ese
sector dinámico.
En la nueva etapa, al asumir la industria,
el papel protagónico del proceso de desarrollo, y la protección arancelaria y
otras medidas de fomento, un rol central en la evolución de la economía, el
Estado asumió responsabilidades mucho más complejas: “Entre ellas se incluye no
sólo el nivel y la estructura de la protección arancelaria sino, también, la
política de financiamiento de promoción del intercambio tecnológico, de precios
relativos agroindustriales y otras cuestiones importantes.” (Peralta Ramos,
Mónica. “Etapas de acumulación y alianzas de clases en la Argentina
(1930-1970)”).
En el nivel global, los países capitalistas
obtuvieron durante este periodo inmejorables ganancias y una notable mejoría
económica. Por primera vez apareció un sistema de consumo masivo basado en el
pleno empleo y en el aumento constante del poder adquisitivo con la cobertura
social financiada por el incremento de los ingresos del Estado.
Finalmente, el “estado de bienestar” entró
en crisis a fines de los ´60 y comienzo de los ´70. El equilibro vital de su
funcionamiento se vio alterado por el aumento de la producción y la capacidad del
mercado de absolverlo. Es decir, mucha oferta y poca demanda. A todo esto se le
sumó la denominada “crisis del petróleo” de 1973, que generó una importante
disminución de las ganancias de las empresas y paralelamente una disminución en
el poder adquisitivo de los trabajadores. Las empresas privadas culparon al
“estado de bienestar” por esto y comenzaron una nueva etapa, una nueva fase
capitalista: “Tecnológica Financiera” con el neoliberalismo comandando política
e ideológicamente el proceso.