El “Plan Marshall”
Finalizada la guerra, Europa quedó con su aparato productivo semidestruido, sin materias primas, endeudada con los Estados Unidos y con los países derrotados obligados a pagar indemnizaciones de guerra. Las vías para salir de la crisis eran dos:
- seguir el modelo soviético: rápida recuperación sobre la base de una industria planificada por el Estado y la reducción del consumo.
- promover el desarrollo industrial de tipo capitalista: para lo cual era necesaria una fuerte inversión de capitales que solo Estados Unidos podía proveer.

La asistencia de Estados Unidos tuvo objetivos políticos y económicos: detener el posible avance del comunismo y recuperar Europa como un mercado en el cual colocar su producción.
El Plan fue aceptado por dieciséis países, para 1952 la producción industrial de Europa Occidental era un 35% superior a la de antes de la guerra. No obstante, algunos sectores políticos de izquierda criticaron el plan de asistencia financiera por considerarlo como parte de una política de “expansión imperialista”.
La expansión económica capitalista
A partir de la posguerra la mayoría de los países capitalistas industrializados vivieron una fuerte expansión económica. La industria estadounidense mantuvo el ritmo de crecimiento experimentado desde la Segunda Guerra Mundial, mientras que los países industrializados de Europa Occidental y Japón reconstruyeron sus economías e incrementaron los niveles de producción e inversión.
No obstante, las poblaciones de los países de Asia, África y América Latina no gozaron de los beneficios de la expansión económica. Se fue estableciendo una brecha cada vez mayor entre la prosperidad de los países del “primer mundo” y la realidad social de pobreza y marginación de los habitantes de los países periféricos del “tercer mundo”.

Al mismo tiempo la actividad industrial se orientó hacia la producción en gran escala de bienes y servicios destinados al consumo de masas, por ejemplo en las sociedades industrializadas se incrementó la demanda de automóviles, bicicletas, indumentaria, electrodomésticos, etc., la propaganda de la época intentaba asociar la imagen de la felicidad con la adquisición de artículos para el confort hogareño.
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